Pensamientos y Frases
célebres de Montalvo.
Cada vicio es una caída del hombre; el juego, la pasión
por el juego, le envilece, le expone al robo, le deshereda; el jugador no tiene
palabra, no reconoce obligaciones, no cumple con sus deberes de hijo, esposo ni
padre. Su universo es el garito, su género humano, los tahúres…
¿Pues la
embriaguez? Vicio infamante, como todos, es el peor de todos, por cuanto
pervierte la razón y hurta a la locura sus más feos perfiles…
Dichoso el que sabe callar y no habla sino cuando en su
silencio hay peligro de que la verdad sea postergada y el error salga
triunfante.
Las Tablas de la
Ley mandan: no robar. No robarás, esto es, no robarás a
nadie, ni a tu padre ni a tu madre, ni a tu prójimo ni al Estado. Robar a la nación es robar a
todos, el que roba es dos, es cuatro, es diez veces ladrón: roba al que ara y
siembra; roba al que empina el hacha o acomete el yunque; roba al que se une al
trabajo común con el alma puesta en un pincel; roba al agricultor, al artesano,
al artista; roba al padre de familia; roba al profesor; roba al grande, roba al
chico. Todos son contribuyentes del Estado; el que roba al Estado a todos roba,
y todos deben perseguirle por derecho propio y por derecho público. ¿Con que el
sudor de la frente del pueblo es para apetitos y gulas de un hombre, un mal
hombre, que está cultivando la soberbia y engordando la codicia? .
Las mujeres vencen con las lágrimas; las naciones,
mientras más lloran, menos acreedoras son al aprecio de los pueblos dignos.
La fortuna, no es un bien preciado sino cuando es fruto
de nuestro trabajo y sacrificio sano; la que proviene del favor o de la
conmiseración es fortuna infamante, a modo de esos bienes de fortuna mal
habidos que envilecen al que goza de
ellos, sin que le sea dado endulzarlos con el orgullo que la inteligencia y el
trabajo suelen traer consigo.
Más el deber de un buen hijo de la Patria por pequeña y triste
que esta sea no concluyen ni donde principia la ingratitud y la injusticia.
“Los hombres de
corazón bien formado y juicio recto suelen poner la monta en granjear buena
opinión entre sus semejantes”.
Ignorante a quién favorece la fortuna es enemigo mortal de la sociedad humana.
La tiranía de la fuerza mil veces antes que de la corrupción; el despotismo del
genio no el de los vicios.
El genio no se enriquece, el genio vive de miseria,
muere de hambre oculto y olvidado, como Cristóbal Colón, como Cervantes, su
herencia es incredulidad e ingratitud de los demás, cuando no persecución y
muerte.
El reo es cosa
sagrada, decían los romanos. Es cosa sagrada por que en su causa van los
tribunales a descubrir la verdad; y, ese hombre puede ser inocente
Tratar al reo como convicto del delito que se le acusa es
cometer iniquidad en nombre de la justicia. Todo acusado debe ser considerado inocente,
mientras el crimen no comparezca allí con pruebas más claras que la luz del
mediodía.
Tengamos
por cosa indebida en el foro, el asalto del juez al reo.
¿Cuántos
inocentes no será víctimas de sus propias respuestas que dan sin comprender el
objeto con que el juez les hace sus preguntas?.
Ser hijo de oscuros
y humildes padres, y levantarse por la
nobleza del corazón y el vigor de la inteligencia es ser grande verdaderamente.
En pueblos agraciados por la suerte con la libertad, el
pundonor y la ilustración, los hombres maduros son ejemplares respetables;
donde sometimiento vil, codicia, indiferencia por la cosa pública los infaman, la patria nada tiene que esperar sino de los jóvenes:
los libertadores nunca han sido viejos.
La
suerte de un pueblo está en manos de los jóvenes: los estudiantes son elementos
del porvenir…
¡Desgraciado
del pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los
estudiantes no hacen temblar al mundo!
Padecimiento es gravamen general: buenos y malos, todos
padecen: sufrir no saben si no lo hombres favorecidos por Dios con esa fuerza
oculta que se llama paciencia:
Paciencia
es bondad, paciencia es valor, paciencia es resignación; y estas virtudes sacan
burlada a la desgracia, porque sus golpes caen sobre diamante infrangible donde
están gravados en caracteres luminosos los secretos de la gloria.
La virtud no se hace anunciar con bocinas y trompetas,
no va hiriendo los ojos de los pobres con los colores de sus libreas; es genio
mudo e invisible que anda descontando con sus obras los escándalos del crimen y
las ficciones de la hipocresía
Señor, dadme, pero no me deis sino lo necesario, no sea
que la abundancia me corrompa y me haga renegar de Vos.
Tu nobleza sea el cultivo de la inteligencia, tu
orgullo si practicas las virtudes: Los haberes adquiridos por medios lícitos, poseídos sin pasión,
usados con liberalidad y juicio, son un bien , grande bien, sin duda: nadie los
desprecia; si Curio y Fabricio vivieran, á buen seguro que pusieran algunos
cuartos a un lado para su entierro, hoy que ni cura entierra de balde, ni
gobierno paga los derechos por los buenos hijos de la patria.
El pueblo debe ignorar muchas verdades, y creer muchas
cosas falsas, dijo el más sabio de los romanos; y, un padre de la Iglesia
afirma que en este apotegma, se encierra toda la política…
La libertad es el supremo legislador de los hombres;
pueblo en donde el negro y el indio pueden sentarse en el Senado, sin
detrimento de la raza predominante, ha hecho sin duda, mucho por la
civilización.
Que carcajadas han de ser las mías, que arrebatos de
placer, cuando vea a tantos reyes, tantos grandes que para el vulgo están en el
cielo; cuando los vea, digo, gimiendo en las tinieblas profundas del infierno.
Sed sabios sobriamente; no lo seas más de lo preciso.
Los ateos que trabajan para destruir a Dios, son la
figura de los anticristianos que se consumen por robarle la divinidad a
Jesucristo.
Supeditar al Senado es proeza de tiranos; servirse de
él sin dar que decir, es secreto de hábiles políticos; viciarlo, corromperlo,
es obra de viciosos y corrompidos, tan ajeno a las luces como a la dignidad de
ese grandioso cuerpo.
Los
hombres altamente distinguidos nacen y mueren para cosas grandes: si buenos,
para bien del género humano; si malos, para el espanto del mundo y gloria del
abismo.
Leyes,
son los vínculos de la sociedad humana
con las cuales viven los hombres formando un solo cuerpo, sujetos a unos mismos
deberes, agraciados con unos mismos fueros.
El abuso triunfante, soberbio, inquebrantable,
es tiranía.
Tiranía, no es solo
derramamiento de sangre humana; tiranía es flujo por las acciones ilícitas de
toda clase; tiranía es el robo a diestro y siniestro; tiranía son impuestos
recargados e innecesarios; tiranía son atropellos, insultos, allanamientos;
tiranía son bayonetas caladas de día y de noche contra los ciudadanos; tiranía
son calabozos, grillos, selvas inhabitadas…
…¡ La
mujer es muchas veces mano de Dios!...
Perdidos conozco
que casados han vuelto a ser felices. La influencia que ejerce una buena mujer,
buena y amada, es freno salvador; se pone por delante e impide los malos pasos;
nos enseña el camino recto y junto con ella nos vamos al cumplimiento del deber
y la felicidad.
¿Y los hijos ¿ Un
parvulito en los brazos de su madre, es ángel de la guarda, del hombre que le está
contemplando en su alegría.
Cada
patriota es una columna ante la cual se estrella el tirano.
…Ya
la partidocracia desaparece y la inteligencia sale a la luz, respirando un
ambiente de libertad”
Hay tontos buenos,
inofensivos, hasta provechosos; pero cuando los tontos aciertan a ser pícaros,
guárdeme Dios de su grosero ingenio.
La lengua, la lengua
oh, la lengua infame hiere como cuchillo, lame y corroe su veneno. Oigo mucho
hablar de la serpiente: más ponzoña hay en los hombres. ¿Uno y otro no fueron
maldecidos?
Las
personas de buen genio y corazón bien formado son los genios propicios de la
vida; los de mal corazón y mal genio son
moradas de Satanás.
Más
nos desvanece la riqueza que nos abate la pobreza: La felicidad pide uno a Dios
en estos términos:
“Señor dame, pero
no me deis sino lo necesario; no sea que la abundancia me corrompa y me haga
renegar de voz”.
La
esencia de una revolución justa es la libertad, la prosperidad, la dignidad, la
ilustración, la grandeza de un pueblo.
La
espada se aviene muy bien con la pluma: Bolívar fue maestro en ella; muy bien
con la palabra: las arengas de Napoleón son prodigios de elocuencia.
El
pueblo estudia poco, no sabe mucho; mas la sabiduría instintiva, sabiduría
practica, suya es.
Si le dejan
sufragar libremente, raro será que no
vaya y sufrague por los que merecen su confianza; y su confianza merecen, sin
que él lo advierta, los patriotas, los desinteresados, los probos, los dignos,
los juiciosos, los amigos del bien general, los hombres de luces y virtudes.
Un
buen diputado puede no ser buen orador;
el don de la palabra es más raro que el numen poético: temeridad sería exigir
que todos los diputados fuesen oradores
admirables; bastará que sean personas de
buen sentido, juicio recto, espíritu elevado, ànimo vigoroso, temperamento
firme; hombres que sepan a lo menos cual es su encargo y cuales sus deberes
para con sus comitentes; hombres de bien, aunque no hábiles en la elocuencia; y
aunque no sabios y filósofos, por lo menos dueños de los conocimientos
indispensables para el objeto con que se han reunido.
Dios
se halla tras la inocencia, la caridad, la humildad; Dios se halla tras la
misericordia, la compasión, el perdón; Dios se halla tras las virtudes. Los que
enseñan y practican esos son sus representantes; y cuando éstos son sus
ministros, tienen títulos redoblados a la veneración del mundo.
Los
santos padres, los doctores de los primeros siglos del cristianismo, esos
hombres extraordinarios en quienes la santidad y la sabiduría se disputan la
palma, casi todos fueron sacerdotes.
Jerónimo, el hijo
de la montaña, que pelea con los demonios y los subyuga con el auxilio de los ángeles,
sacerdote.
Ambrosio, que pone
a raya al emperador de Roma, dueño del mundo, y le cierra las puertas del
templo, sacerdote.
Agustín, el sublime
arrepentido que amontona en su corazón tantas virtudes como culpas le habían
abrumado; que se toma con los cismáticos, y los aterra; embiste con los impíos,
y los pulveriza, Agustín el escritor
eminente, la antorcha de su siglo, Sacerdote.
Juan Crisóstomo,
que muerto en la deportación, vuelve difunto a Constantinopla y entra en
hombros de emperadores y grandes de la tierra.
La
clase más temible es la militar, la más respetable el clero: entre estas dos se
halla la civil, que componen la mayoría de la república.
Los militares la defienden
o la vengan: noble profesión en ejercicio de la cual los valientes vienen a ser
héroes, los héroes libertadores, los libertadores fundadores, cuando el amor a
sus semejantes y el respeto por los
derechos del hombre les convierten en padres de la patria, no en tiranos o
verdugos.
Los eclesiásticos cuidan de los intereses morales; nos crían el
alma; nos familiarizan con los seres inmortales, y nos van acompañando y
sosteniendo hasta las puertas de la vida.
Los
eclesiásticos nos instruyen en nuestros
deberes para con Dios, nos educan para el mundo místico; siembran máximas de
moral para que recojamos buenas obras, y viviendo en santa mansedumbre, son o
deben ser contrarresto bienhechor de ignorantes y malvados.
La clase civil es
el globo de la nación el ciudadano civil no ciñe espada, ni ha menester corona
para hacerse temer o respetar. En los pueblos cultos, ni el soldado abusa de
sus armas, ni el sacerdote de la veneración anexa a su persona: hombría de
bien, ingenio, estudios, industria, riqueza sirven de espada: bien defendido
está un hombre por los miramientos que le granjean sus méritos, y no ocurre,
como suele en países de menguada civilización, que la fuerza bruta prevalezca
sobre la autoridad de la inteligencia. En los pueblos civilizados, decimos, los
militares los son al igual de los demás, y así miran por sus derechos como cumplen con sus deberes.
El
militar es ciudadano ante todo en la ciudad; en la paz, el acero no existe:
cuando la Patria está en peligro, o la honra lo requiere, salta sobre él, lo
empuña, y vuela a la batalla o al combate.
La
pericia del legislador no consiste en dar las mejores leyes, sino en dictar las
que más convengan a los pueblos a quienes las aplica.
¿Reformas
aquí, porque vemos que las han hecho allá? Esta es la habilidad del simio que
pone la mano en la cabeza, si ve este ademán en el figurante.
De la libertad
provienen todos los bienes sociales: fundad la libertad de imprenta, la de
palabra: hablad, escribid, discurrid, insistid, manifestad los justo, lo
oportuno, lo útil, lo indispensable de una cosa, y el pueblo no se opondrá de
ningún modo a la reforma…
La libertad de
imprenta, sujeta a la represión judicial, ésta es la conquista urgente o
indispensable. Sujeta a la reprensión
judicial, lo habéis oído; lo cual es dejar a salvo el derecho de parte
contraria, y rechazar la impunidad de los delitos.
Los que invocan el
nombre divino para obras de reprobación son sacrílegos: no podemos invocarlo
sino cuando hacemos por el bien de nuestros semejantes, y hablamos dentro de
los límites de la verdad y la
conciencia.
No hay página de
Montalvo que no merezca ser leída, ora en virtud de la bondad o grandeza de la
idea, ora en virtud de su perfección literaria.
Juan
Valera dijo que todo escrito de Montalvo debería ser publicado.
R. de Agramonte.